Diez sobre diez que Toya y Pablo, profesionales y compañeros de Aspace-Rioja, tenían marcado en su calendario el pasado 6 de abril con rojo fuerte. Con la organización de la Asociación de Amigos y Amigas del Sáhara en La Rioja, y junto a representantes del Cermi y otras entidades, ese jueves tomaban un vuelo hacia un destino poco usual, los campamentos de refugiados saharauis, con la idea de permanecer allí durante diez días para conocer cómo es la vida en ellos e iniciar un proyecto de cooperación.
El programa “Vacaciones en paz», que promueve la estancia en La Rioja de niños saharauis con familias de acogida para que pasen los veranos entre nosotros, es el santo y seña de esta Asociación desde hace muchos años. Cuando en 2019, sus responsables nos comunicaron la presencia en la expedición de niños con parálisis cerebral nos sumamos activamente y aunque la pandemia paralizó esta iniciativa, repetimos el año pasado con más entusiasmo hasta hoy, cuando ha surgido la idea de dar forma a un proyecto de cooperación que estudie la situación actual de las personas con necesidades especiales en los campamentos saharauis.
Y aquí estamos. O mejor, allí están Pablo y Toya estableciendo esta alianza que tiene un plan de trabajo a largo plazo basado en tres grandes pilares: coordinación con las instituciones que gestionan las necesidades de las personas con discapacidad en los diferentes campamentos (El Aiun y Dajla de momento); formación a las familias y a los profesionales y dotación de recursos en función de las necesidades detectadas.
Llevan varios días ya a miles de kilómetros y nos llegan noticias de emocionantes reencuentros con los niños que estuvieron en La Rioja y con Fatma, su profesora, que actuó de vínculo entre ellos y nosotros; de cálidos recibimientos y de ilusión.
Nuestro primer objetivo será conocer la incidencia de la parálisis cerebral en los campamentos de refugiados partiendo del censo de población con discapacidad existente, y establecer un listado de centro educativos escolares con necesidades especiales añadiendo los recursos con los que cuentan.
En paralelo, Pablo y Toya están actuando también sobre el terreno en varias direcciones. En primer lugar, realizando un seguimiento concreto de los niños que participaron en el programa “Vacaciones en paz” para evaluar su situación y, en segundo, reuniéndose con familias y trabajadoras sociales de los campamentos para formarles y detectar las carencias actuales.
El trabajo va a ser complejo y en adelante, queremos contar con una escala de valoración de la discapacidad única de modo que podamos hablar el mismo lenguaje. Hemos empezado a andar; cualquier pequeño paso es importante y el equipamiento enviado es una satisfacción. Estar juntos es ya un triunfo.